Hiztegia / Diccionario

Acuerdo sexual: es un proceso fruto de la comunicación y negociación verbal o no verbal que se da de manera continua en un encuentro erótico no forzado, para que una relación sexual entre dos personas no se considere delictivo. El acuerdo, a diferencia del consentimiento, reconoce la necesidad de cierta contribución mutua e igualitaria entre las personas participantes, y reconoce la necesidad de respetar las decisiones sexuales de la otra persona. El consentimiento sexual se conceptualiza en base a los estereotipos machistas donde las relaciones sexuales se reducen a los actos que ellas consienten que ellos les hagan. Debido a la creencia de que las mujeres son reacias al sexo y los hombres siempre están disponibles para ello. Por lo tanto, el consentimiento se presupone a menos que sea retirado y la responsabilidad de la retirada es exclusivamente de las mujeres*.

*Fuente: “El buen sexo mañana” de Katherine Angel.

Agencia sexual: capacidad de agencia se emplea de forma habitual en el ámbito de la igualdad con perspectiva de género. Impulsa el fortalecimiento de la capacidad de actuar (agencia) en el territorio de la sexualidad como posibilidad compartida (poder hacer). Se trata de una visión relacional del concepto de «poder». La capacidad de agencia sexual remite a la posibilidad de un acto político en la defensa de los derechos sexuales y a la construcción de un lugar de responsabilidad para la acción.

Agresiones sexuales: constituyen un delito, aparecen tipificadas como tal en el Código Penal vigente y son una violación de la libertad sexual. Las agresiones sexuales son una forma de violencia sexual y la máxima expresión de la desigualdad existente entre mujeres y hombres, además de un obstáculo para lograr la igualdad. Se trata de un conjunto de conductas agresivas que limitan la libertad, seguridad y movilidad de las mujeres. Estas conductas adoptan un matiz sexual y se pueden presentar como coacciones, acoso, intimidación, amenaza… u otro tipo de actuaciones dirigidas a doblegar la voluntad de las mujeres y forzar su consentimiento.

Autoeficacia sexual percibida: la percepción de la eficacia en relación con la sexualidad en general, y, la erótica, en concreto. Se trata de sentirse-vivirse-expresarse sexuada, sexual y eróticamente eficaz. Es decir, estar potencialmente predispuesta y activa, poder anticipar situaciones eróticas y sentirse capaz de manejar una situación de riesgo. Se trata por tanto de la opinión que tenemos en torno a nuestra eficacia para gestionar situaciones eróticas en relación con otras personas de manera satisfactoria.

Autoestima sexual: como señalan Snell y Papini (1989), “la estima positiva y la confianza en la capacidad para experimentar la sexualidad de un modo satisfactorio y placentero”. Constructo compuesto por el autoconocimiento, autoconcepto, autoaceptación, autovaloración y respeto de la propia sexualidad. Por último, de acuerdo con Willemsen, desde la perspectiva sexológica, se trata de la autopercepción, estima y autorregulación de nuestra sexualidad. Este constructo forma parte de la identidad, en este caso del “Yo sexuado”, y se desarrolla en el diálogo entre la autopercepción y la percepción social de nuestro sentirnos-vivirnos-expresarnos como la mujer u hombre que somos y vamos siendo en construcción, el cuerpo que tenemos y la conducta sexual que llevamos a cabo.

Asertividad sexual: una habilidad erótica que forma parte de la conducta sexual humana. Esto es, la aptitud para expresar en un contexto erótico o erotizado nuestros sentimientos, deseos, opiniones, necesidades y derechos de manera adecuada y respetuosa hacia los demás. Se trata de comunicarse en una situación erótica de manera asertiva, garantizando y legitimando nuestros deseos, necesidades y límites corporales y emocionales. En definitiva, es el autocuidado y el cuidado de la otra persona en las relaciones.

Bienestar sexual: un estado de satisfacción personal y tranquilidad con respecto a la sexualidad. El bienestar es la experimentación de salud, felicidad y prosperidad, tener un sentido de significado y propósito en la vida, y la capacidad de manejar el estrés. En cuanto al bienestar sexual, además incluye tener una buena salud sexual y sentirse altamente satisfecha con la vida sexual. En resumen, sentirse realizada y conectada con la propia sexualidad.  

Brecha orgásmica: la existencia según diferentes investigaciones de una diferencia en la frecuencia de orgasmos entre mujeres y hombres heterosexuales. Las mujeres de manera sistemática y por razones estructurales tienen menos probabilidades de tener orgasmos en las relaciones sexuales heterosexuales en comparación a los hombres, es decir, tienen mayor dificultad y acceso al placer. Por lo tanto, es una manifestación de la desigualdad entre los sexos. A diferencia de las mujeres, el orgasmo en los hombres es una necesidad que se da por hecho como derecho. Sin embargo, que las mujeres tengan encuentros eróticos con el único objetivo de obtener placer físico sin vincularse emocionalmente sigue estigmatizado. Para finalizar, en los primeros encuentros eróticos heterosexuales hay una mayor brecha orgásmica de género. 

Ciclos vitales femeninos: son etapas evolutivas repletas de cambios que experimentan los cuerpos de la mayoría de las mujeres debido a las características femeninas. Se trata de experiencias subjetivas marcadas por el contexto sociocultural y psíquico, esto es, tienen una dimensión biopsicosocial. La ciencia y la tecnología médica están fundamentalmente centradas en el órgano y la enfermedad, el paradigma dominante es procreativo, y prescinden de la subjetividad. Además, no tienen incorporada la perspectiva de género. En consecuencia, se da una patologización y medicalización de los cuerpos sobre todo de las mujeres y los ciclos vitales femeninos se reducen a los ciclos vitales reproductivos. En resumen, los cambios en los ciclos vitales femeninos no son únicamente fisiológicos, sino también psicológicos, sociales y espirituales.  

Conocimiento sexual: se trata del conocimiento de la sexualidad, compuesta por el autoconocimiento y reconocimiento de la sexualidad propia y de la sexualidad humana en general. Esto es, nociones básicas en torno a la dimensión biopsicosocial de la sexualidad; la diversidad de identidades, orientaciones, cuerpos y peculiaridades eróticas; el paradigma dominante androcéntrico y procreativo; la fisiología del placer y del orgasmo; etc. Teniendo en cuenta que el paradigma dominante de la sexualidad se caracteriza entre otros aspectos, por el falocentrismo y reproductivismo. Esto significa que la sexualidad de las mujeres ha sido escasamente contemplada en los estudios sexológicos en cuanto al conocimiento de su respuesta sexual, la fisiología del placer… para centrarlo exclusivamente en el ámbito reproductivo.

Consciencia Feminista: una toma de consciencia progresiva, responsable y profunda de la realidad patriarcal, el cual incluye el autoconocimiento (sexualidad propia) y el conocimiento del exterior (conocimiento científico en torno a la sexualidad femenina y su historia) de manera global e integrada, que conduce al despertar de la “consciencia feminista” y al rechazo del status quo. Tomar consciencia de que somos sujetas políticas con sexualidad propia. Además de la toma de consciencia del poder propio y colectivo, también implica la autonomía y manejo del cuerpo propio desde la vivencia positiva de la sexualidad.

Derechos sexuales: derechos humanos fundamentales que tenemos las personas por el hecho de ser sexuadas. Según la Asociación Bizigay, son aquellos derechos que hacen referencia al pleno ejercicio de cualquier aspecto relativo al sexo entendido como valor. En definitiva, el derecho a expresar con libertad la sexualidad sin discriminación y libre de violencias. “Los derechos sexuales son los más humanos de los derechos humanos”.

1. Derecho a la libertad sexual.
2. El derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo.
3. El derecho a la privacidad sexual.
4. El derecho a la equidad sexual.
5. El derecho al placer sexual.
6. El derecho a la expresión sexual emocional.
7. El derecho a la libre asociación sexual.
8. El derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.
9. El derecho a la información sexual basada en el conocimiento científico.
10. El derecho a la educación sexual integral.
11. El derecho a la atención a la salud sexual.

Deseo erótico: una emoción erótica básica o un estado interno que nos impulsa a la búsqueda de contacto, interacción y/o encuentro erótico con otra persona. Según Levine, se puede discriminar el deseo como anhelo, impulso o activación. El modelo dominante de la Respuesta Sexual Humana (RSH) a lo largo de la historia de la sexualidad es y ha sido lineal y androcéntrica. Éste propuesto por primera vez por Masters y Johnson, considera el deseo erótico como el precursor y mantenedor de la respuesta sexual (excitación-meseta-orgasmo-resolución). Sin embargo, recientemente, Basson et al. definieron un modelo cíclico biopsicosocial de la respuesta sexual femenina, según el cual, en las mujeres puede existir un deseo que provoque la búsqueda de una actividad sexual (deseo espontáneo) o, más frecuentemente, puede darse una postura sexual neutra, una predisposición a realizar una actividad sexual que, si los estímulos son suficientes y adecuados, produce el paso de la neutralidad a la excitación y el deseo (deseo receptivo). Según Lori Brotto, comenzar desde un estado “sexualmente neutro” es habitual es parejas con relaciones largas. Este modelo otorga una gran importancia a la motivación, los alicientes y las razones para mantener relaciones sexuales, y desmonta la definición androcéntrica del deseo erótico equivalente al deseo espontáneo. Por último, según Joserra Landarroitajauregi, hay diferentes tipos de deseos eróticos y tienen un sesgo sexual por el cual se orientan (orientaciones sexuales del deseo), se despiertan (eromenia: deseo de ser deseado y deseable; erastia: deseo de desear y ser deseante) y se nutren (hedonia: deseo de LO, deseo de placer; erótica: deseo de LE, deseo de alguien).

Devotees, Pretenders y Wannabes: es una parafilia vinculada a la diversidad funcional. La sexualidad de las personas con diversidad funcional sigue siendo un tema tabú, pero con el desarrollo de internet se ha ido haciendo evidente la vinculación entre diversidad funcional y sexualidad, en la que las designaciones “devotees”, “pretenders” y “wannabes” (DPW) juegan un rol central. Las devotees son personas que se sienten atraídas sexualmente hacia personas con diversidad funcional, generalmente con problemas de movilidad. Las pretenders son personas que actúan como si tuvieran una diversidad funcional imitando sus movimientos, usando muletas, sillas de ruedas, escayolas, etc. Por último, las personas wannabes desean tener diversidad funcional. Algunas de ellas han llegado al extremo de hacerse amputaciones caseras cuando la medicina tradicional se ha negado a dar respuesta a su necesidad*.

*Fuente: Mora, Carolina “DEVOTEES, WANNABES Y PRETENDERS: PARAFILIAS VINCULADAS A LA DISCAPACIDAD”. Interamerican Journal of Psychology, vol. 50, núm. 3, septiembre-diciembre, 2016, pp. 359-370 Sociedad Interamericana de Psicología San Juan, Puerto Rico.

Diversidad sexual: la diversidad es una realidad inherente a la sexualidad. Uno de los objetivos evolutivos del sexo es la diversificación de la especie, en consecuencia, hay tantas sexualidades como personas en el mundo. Por lo tanto, la diversidad no es una excepción sino la norma. En definitiva, todas las identidades y orientaciones sexuales, peculiaridades y prácticas eróticas forman parte de la diversidad sexual humana. Es importante no confundir la diversidad sexual con las sexualidades no normativas y las minorías eróticas, ya que va más allá del colectivo LGBT+. En resumen, es un valor transversal que coloca todos los modelos de ser, tener y hacer sexo en una situación de igualdad.

Erotofilia: actitud emocional positiva hacia la sexualidad. Se trata de una dimensión de la personalidad que expresa la predisposición que tenemos a responder a estímulos eróticos a lo largo de un continuo de emociones positivas o negativas, donde el extremo de las actitudes positivas hacia la sexualidad sería la erotofilia y el extremo contrario serían las actitudes negativas y de rechazo o erotofobia.

Fantasías eróticas: son representaciones de la imaginación de carácter sexual. Cuando la mente se pone en clave erótica surgen representaciones espontáneas más o menos elaboradas que están relacionadas con los sentidos y que ponen en marcha la fisiología de la excitación y del placer. Las fantasías se basan en los recuerdos de experiencias protagonizadas u observadas y también pueden ser inventadas. Las funciones son: activar, mantener y/o intensificar la excitación, entrenar la autoeficacia sexual percibida, entretener, el autoconocimiento, etc. En las fantasías eróticas no hay límites, tabúes y consecuencias; es decir, es el sexo más seguro porque solo ocurre en la mente y no en la realidad. Por último, no responden a ninguna moral ni ética sexual y no son la consecuencia de la violencia sexual sufrida en el pasado o en la infancia.   

Horizontalidad: una característica psíquica y social, es decir, interior y exterior, de receptividad y apertura a otras personas. Se trata de un aspecto que posibilita la escucha y el diálogo auténtico, una actitud mental que promueve las relaciones de igualdad y confianza donde no se coarta la libre expresión de cada existencia. En definitiva, el tipo de relación basado en el apoyo mutuo para el propio crecimiento, lejos de la dependencia y el dominio.

Inteligencia erótica: la capacidad de poder regular de forma inteligente la erótica en relación y la autoerótica, esto es, la expresión gestual de la sexualidad. Como son los deseos eróticos, las necesidades sexuales, el enamoramiento y los sentimientos generados en los encuentros, relaciones y vínculos eróticos. Se trata de explorar, reconocer y regular las emociones (confianza, seguridad, alegría, miedo, pasión, incertidumbre, ansiedad, estabilidad) que favorecen o inhiben el deseo erótico en relaciones de pareja. En definitiva, la inteligencia erótica nos permite la compleja gestión entre la necesidad básica de seguridad que nos hace buscar relaciones emocionales comprometidas, y la incertidumbre, impredecibilidad y la no disciplinariedad del erotismo y el deseo erótico. Ya que éste último, no va de la mano del hábito y la repetición, y al intentar controlar los riesgos que trae la pasión, terminamos muchas veces acabando con ella.

Interculturalidad: es una propuesta que persigue el reconocimiento a la diferencia étnica, cultural y sexual y la transformación de la relación histórica de desigualdad y exclusión entre mujeres y hombres, comunidades, pueblos y países a lo largo del mundo. Busca establecer canales de comunicación y aprendizaje recíproco, respetuoso, legítimo y de igualdad entre hombres y mujeres, comunidades y pueblos, desde un sentido de armonía y negociación para el mejoramiento de la convivencia diaria, así como las condiciones de vida económicas y políticas. En definitiva, un proceso basado en el diálogo, el reconocimiento mutuo y la comunicación efectiva.

Interseccionalidad: es el fenómeno por el cual cada persona sufre opresión u ostenta poder en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales. Por ejemplo, el género, la clase, la raza, la funcionalidad, etc. La interseccionalidad, en suma, pone de manifiesto cómo las diferentes categorías sociales generan opresiones y privilegios muy dispares al entrecruzarse entre ellas. En definitiva, no se trata de una suma de las opresiones sino la discriminación específica que se genera en la intersección de las múltiples opresiones.

Intersexualidad: es una característica que poseemos todas las personas y significa que todas tenemos una parte femenina y otra masculina. La realidad sexual es siempre intersexual, o sea de uno y otro sexo, y no existe lo masculino frente a lo femenino de manera excluyente, sino de manera incluyente. Por lo tanto, toda persona sexuada tiene algún tipo de sexuación intersexual en todas sus características. La intersexualidad, hace referencia a un sexo que se va haciendo en un continuo cuyos polos son dos representaciones (teóricas y “extremas”), de tal forma que el sujeto es un punto, un grado dentro de un continuo. No en el mismo punto que el resto, sino en el mismo continuo que los otros. La sexuación es, por lo tanto, una transformación permanente que vivimos a lo largo de nuestras vidas, de manera biográfica. Haciendo que nuestra forma de ser mujer u hombre sea flexible y haya tantas sexualidades y formas de ser mujer u hombre, como personas en el mundo.

Juguetería erótica: juegos y juguetes eróticos diseñados para el autoerotismo, el erotismo en pareja y la erótica en grupo. Se trata de productos desarrollados para la estimulación y la autoestimulación con el objetivo de proporcionar placer. La juguetería erótica ha revolucionado e impactado en el autoerotismo de las mujeres, sobre todo en los últimos años, debido al diseño y comercialización del succionador-estimulador del clítoris. Por fin el mercado se ha ocupado de diseñar un producto que estimula de manera directa el único órgano que tiene como función proporcionar placer. En definitiva, el mercado de la juguetería erótica ha proporcionado objetos altamente eficaces para la obtención del orgasmo de las mujeres garantizando su derecho al placer.

Kink: es el uso de prácticas ligadas a roles, conceptos o fantasías sexuales no convencionales, es decir, una sexualidad no convencional. En palabras de la escritora Jillian Keenan en Is Kink a Sexual Orientation? (2014), se trata de «participar en comportamientos que generan una cierta dinámica de poder, experimentar atracción hacia actos con cierta dinámica de poder y adoptar una identidad que transmite una cierta dinámica de poder«. Según Norma Ageitos, las siglas BDSM aglutinan todas las prácticas y deseos kinkys relacionados con lo que tradicionalmente fue conocido como SM hasta 1990: Bondage-Disciplina, Dominación/sumisión y Sado-Madoquismo. El BDSM es todo un compendio de anclajes (estímulo necesario para la activación, intensificación o mantenimiento del deseo y/o la excitación) y roles con cierta relación entre sí que llegan a vivirse, debido a la falta de normalización y dignificación social, en sentimiento de comunidad. Por último, todo sujeto con una erótica BDSMera es un sujeto cuya parte hedónica tiene un especial valor y los roles son formas concretas de desarrollar el intercambio de poder en el escenario BDSM.

Libertad sexual: el derecho que tienen las personas para decidir sobre su sexualidad. Se trata del derecho a gobernar sobre mi cuerpo y mi sexualidad y de hacer con él lo que desee. Por ejemplo: proponer, hacer, negociar, aceptar, acordar, rechazar, etc., propuestas eróticas.  Además, de la posibilidad de las personas para expresar su identidad y orientación sexual, expresión de género, deseos y necesidades eróticas, y, peculiaridades y prácticas eróticas, con libertad. Esto es, libre de violencias.

Minorías eróticas: las identidades, orientaciones, formas de ser y los genitales que no fuesen normativos han sido siempre ignorados. No sólo por desconocimiento, sino también por tabú, y ello ha generado toda una minoría con menos derechos. Una minoría que podríamos agrupar dentro de las siglas LGTBI+*. Las minorías eróticas, también conocidas como eróticas no normativas, son una minoría estadística. Sin embargo, se trata de una minoría dinámica y paradigmática y es una erótica alejada del locus genitalis-excitación, penetración-orgasmo-eyaculación.

*Fuente: “Los colores de la sexualidad” Euskadiko Gazteriaren Konsteilua (EGK)-Consejo de la Juventud de Euskadi.  

Motivación sexual: el sexo como valor constituye un motor que estimula todas las expresiones del Mapa del Hecho Sexual Humano. En consecuencia, el sexo como valor y los valores del sexo interactúan con estímulos internos, externos y personales de las personas, bajo el paraguas del paradigma sistémico del modelo BIO-PSICO-SOCIAL de la sexualidad. Por lo tanto, la motivación sexual es un componente psicológico y sexológico que nos lleva a la acción y está determinada por nuestra fisiología sexual, personalidad, experiencias y vivencias, y, el modelo sexual imperante. La motivación sexual es el impulsor de la expresión gestual de la sexualidad tanto de manera individual como en relación y la disposición positiva para mantener relaciones sexuales y ser sexualmente activas.

Orgasmo: es la última fase que culmina la excitación sexual produciendo un acto reflejo acompañado de espasmos musculares en todo el cuerpo, en la zona genital (entre otros vagina y útero) y esfínter rectal, que resultan placenteras. Esto es, una descarga repentina de la tensión sexual acumulada durante el proceso de excitación. Durante este proceso, en el caso de tener vulva, aumenta la circulación sanguínea y la presión sobre los tejidos de la vagina, el clítoris y los labios menores, incrementando el tamaño y la lubricación. En el momento en que se produce la mayor excitación, el clítoris se vuelve muy sensible, las glándulas de Lucy y Betsy (Bartolini) aumentan considerablemente, la lubricación y las paredes de la vagina se ensanchan, pero su diámetro se estrecha. Por último, se produce el clímax, el orgasmo, donde los músculos se relajan y la presión sanguínea desciende conduciendo a un estado de bienestar, y leve somnolencia o de mayor activación debido a la capacidad multiorgásmica y la no desaparición de la excitación en su totalidad. El período después del orgasmo es a menudo una experiencia relajante, atribuido a la liberación de las neurohormonas (oxitocina y DHEA), así como las endorfinas. Existen tantos tipos de orgasmos como personas y no hay dos orgasmos iguales, ya que se trata de un reflejo, igual que el parpadeo, y se produce cuando hay unos estímulos eficaces que hacen saltar ese reflejo. El clítoris puede ser la autopista hacia el orgasmo y mientras exista la brecha orgásmica de género, como señala Isabel Duque (La Psicowoman), los orgasmos son políticos. En resumen, se trata del momento del máximo placer físico que puede culminar de muchas formas, cada cual tiene la suya.

Pedagogía sexual: es el diálogo y la reflexión crítica en torno a la sexualidad que genera un proceso educativo que permite que las personas se encuentren de nuevo con su dignidad y su capacidad de agencia, en especial las mujeres. Por lo tanto, la pedagogía sexual posibilita el empoderamiento sexual, en cuanto que fomenta su desarrollo, además de la autonomía y el dominio sobre ella. No se limita a la transmisión del conocimiento, sino a la creación conjunta de los conocimientos, explorando valores y creencias sobre estos temas y desarrollando herramientas para el manejo de una sexualidad positiva.   

Poder propio, colectivo y político: el poder propio es ganar poder desde dentro (el poder “interno”), y es la toma de conciencia sobre nuestras necesidades e intereses propios, aumentando nuestra confianza en nosotras mismas e incrementando nuestro acceso a recursos valiosos. Se trata del poder de la autoestima, de la valoración de uno mismo, de un cuerpo sano y cuidado, de los pensamientos, sentires e ideas propias que conllevan al buen vivir. El poder con es organizarnos colectiva y autónomamente para decidir sobre nuestras vidas y sobre el desarrollo que deseamos. Ganar poder junto con otras, construcción de una conciencia del «nosotras» desde la interculturalidad a través de la relación entre las mujeres y la reflexión conjunta en torno a nuestras vivencias de la feminidad, puesto que no existe un único modo de “ser mujer”. El poder entre busca combinar saberes para transformar y construir nuevos conocimientos y poder colectivo. El poder político es movilizarnos para transformar las relaciones, estructuras e instituciones que nos limitan y perpetúan nuestra subordinación. Se trata de ganar poder para cambiar la realidad, la dimensión política del empoderamiento. La formación, capacitación y desarrollo de liderazgos para la justicia social.

Pornografía: es la representación de una fantasía erótica a través de la filmación, fotografiado y exposición explícita de actos y conductas sexuales entre personas. En palabras de Katherine Angel, se trata de tecnología capciosa. El objetivo de este material es provocar excitación sexual en la persona receptora y se ha convertido en un producto de la industria del sexo. En resumen, un fuerte estímulo pensado para producir una reacción física. En la actualidad existen diferentes tipos de pornografía, por ejemplo, el porno hegemónico (androcéntrico) y el porno para mujeres. Este último, también tiene como objetivo incitar proporcionando contextos a las relaciones sexuales: música, diálogo, marco relacional entre las personas que tienen sexo, etc. Para finalizar, las mujeres experimentan excitación genital con todo tipo de pornografía (también con la pornografía hegemónica aunque la rechacen mentalmente), pero solo experimentan excitación sexual (sensación subjetiva) y disfrutan con algunos tipos concretos de porno. 

Satisfacción sexual: según Carrobles y Sanz (1991), “es el grado de bienestar y plenitud, o la ausencia de estos, experimentados por una persona en relación con su actividad sexual”.  La satisfacción sexual se relaciona positivamente con frecuencia de la actividad sexual (Young y Luquis, 1998), con frecuencia y consistencia del orgasmo (Darling, Davidson y Jennings, 1991), así como con el nivel de intimidad (Byers y Demmons, 1999) y la comunicación con la pareja (Stulhofer et al, 2004). Para finalizar, se trata de una evaluación subjetiva del grado y desagrado que tiene una persona con respecto a su sexualidad (identidad, orientación, cuerpo, erótica y amatoria) y su vida sexual.

Sexualidades no normativas: son aquellas sexualidades que no encajan dentro de lo “normal”. Es decir, aquello que se espera porque no sigue las normas sociales del modelo sexual imperante. En la actualidad, este modelo es un paradigma procreativo, machista, androcéntrico, falocéntrico, genital, cisheteronormativo, hedonista, joven, cuantitativo y saludable. Todo aquello que sale de la norma se considera anormal y raro, antiguamente denominado como enfermedad, perversión o pecado. Para finalizar, las sexualidades no normativas, también conocidas como disidencias sexuales, no invisibilizan las vulneraciones de los derechos sexuales, sino que las combaten a través de la incidencia política.

Violencia obstétrica: una forma de violencia de género arraigada en las prácticas institucionales del sistema de salud. Se trata del resultado de la intersección entre la violencia estructural de género y la violencia institucional en salud. Además, es un tipo de vulneración de los derechos sexuales hasta ahora normalizado e invisibilizado. La violencia obstétrica es ejercida por el personal de salud sobre los cuerpos y los procesos procreativos (reproductivos) de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, y un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales femeninos. En resumen, la violencia contra la libertad procreativa (reproductiva) de las mujeres.

Vulva: es la parte externa del aparato genital femenino. Se compone del monte venus, los labios externos e internos, pelos, el clítoris, la abertura vaginal, el orificio uretral, y los orificios Anarcha y Lucy y Betsy. La vulva tiene un olor propio, ya que es una cavidad húmeda, está en contacto con la acidez de la orina que sale de la uretra y acoge la flora vaginal. La flora vaginal es un conjunto de bacterias que vive de forma natural en la cavidad vaginal. La presencia de estas bacterias tiene una función protectora, ya que mantienen el pH vaginal ácido inhibiendo la proliferación de microorganismos patógenos. En consecuencia, el resultado es un olor muy característico: puerto fresco. La anatomía de la vulva diferencia la capacidad procreativa (reproductiva) de la capacidad de experimentar placer, debido al reparto de funciones asociado a cada órgano. El órgano por y para el placer es el clítoris, mientras que el órgano para la procreación es la vagina. Por último, la vulva tiene 6 agujeros: el orificio de la uretra, de la vagina y los orificios de las glándulas de Anarcha y Lucy Betsy. Estos últimos nombres hacen honor a tres mujeres negras y esclavas que fueron torturadas en nombre de la ciencia con el objetivo de estudiar la anatomía genital de las mujeres. Renombrar es una forma de descolonizar y despatriarcalizar los cuerpos de las mujeres, como señalan las feministas comunitarias de Abya-Yala, “no se puede despatriarcalizar sin descolonizar”.